Exigencias de la vida

Que le da significado a lavida

Los requisitos de elección para la vida son todas las responsabilidades que tienen las personas,

las cuales deben estar determinadas por las prioridades a implementar,

siendo las más destacadas: estudio, trabajo, responsabilidad personal y otras.Fijar prioridad. Reflexiona sobre tu vida y determina tus prioridades. Establezca metas alcanzables. ...Organice su presupuesto sabiamente. Fortalece la relación.Estudie las escrituras. ...con cuidado. ...Viva el evangelio. ...Ore con frecuencia.Cómo encontrar el equilibrioPara mí, el equilibrio es un estado en el que te sientes tranquilo y consciente de tus acciones y decisiones.

Es un poco como encontrar un equilibrio estable entre todas las áreas y cuatro niveles de su vida: físico, emocional, mental y espiritual.

Comprendo que a estas sugerencias podrían agregarse otras. Sin embargo, creo que si nos concentramos en unos pocos objetivos fundamentales, es más probable que logremos afrontar las muchas exigencias de la vida. Recuerden que un exceso en cualquier aspecto de la vida puede hacernos perder el equilibrio; al mismo tiempo, muy poco de las cosas importantes puede tener el mismo efecto. El rey Benjamín aconsejó “que se hagan todas estas cosas con prudencia y orden” (Mosíah 4:27).

Muchas veces, la falta de dirección y metas claras puede hacernos perder tiempo y energía, y contribuir a desequilibrarnos. Nuestra meta principal debe ser procurar “la inmortalidad y la vida eterna” (Moisés 1:39). Con esa meta, ¿por qué no eliminar de nuestra vida todo aquello que exige y desgasta nuestros pensamientos, sentimientos y energía sin contribuir en nada a que alcancemos esa meta?

Den lo mejor de sí cada día. Cumplan con lo básico y, antes de que se den cuenta, su vida se llenará de entendimiento espiritual que confirmará que nuestro Padre Celestial los ama. Cuando una persona sabe eso, la vida estará llena de propósito y significado, lo cual hace que sea más fácil mantener el equilibrio.

Mis queridos hermanos y hermanas, desde la última conferencia general he sentido en mi propia vida el poder de las bendiciones del sacerdocio y el de la fe y las oraciones de los miembros de la Iglesia. Durante muchos años he dado bendiciones a otras personas, he ayunado y orado por su bienestar y he ejercido mi fe por su recuperación. Hace poco, debido a una grave enfermedad, me tocó ser el recipiente de esa fe, oraciones y bendiciones. Y agradezco, hermanos y hermanas, las oraciones que han ofrecido en mi favor.

Uno de mis colegas me dijo que de esta enfermedad sacaría un beneficio, indicando que para todos es bueno que ocasionalmente nos enfrentemos a la adversidad, especialmente si nos lleva a una introspección que nos permita evaluar abierta y sinceramente nuestra vida. Eso fue lo que hice.

La noche anterior a la operación, los médicos me hablaron sobre la posibilidad de que tuviera cáncer. Cuando me quedé solo, la mente se me llenó de pensamientos sobre mi familia y mi ministerio, y encontré consuelo en las ordenanzas del Evangelio que me unen eternamente a los míos si somos fieles. Comprendí que debía cambiar el orden de prioridades de mi vida si deseaba lograr aquello que tenía más importancia para mí.

A veces necesitamos una crisis en la vida que nos reconfirme cuáles son las cosas que realmente valoramos y atesoramos. Las Escrituras están llenas de ejemplos de personas que tuvieron que pasar por una crisis antes de comprender cómo podían servir mejor a Dios y al prójimo. Si ustedes también hacen un examen de conciencia y evalúan valerosamente el orden de prioridades de su vida, quizás descubran, como yo, que necesitan equilibrarlo mejor.

Todos debemos llegar a ese autoexamen abierto y sincero, a la percepción de quiénes somos y de lo que queremos ser.

Como casi todos sabemos, afrontar los diversos y complejos problemas de la vida cotidiana no es tarea fácil y puede trastornar el equilibrio y la armonía que buscamos. Muchas personas que se preocupan por esto hacen grandes esfuerzos por mantener ese equilibrio, pero a veces se sienten abrumadas y derrotadas.

Una mujer con cuatro hijos pequeños dijo: “En mi vida no existe nada de equilibrio. Tratar de criar a mis hijos me consume completamente y no tengo casi tiempo para pensar en nada más”.

Un padre joven, al sentir la presión de tener que mantener a la familia, comentó: “Estoy iniciándome en un negocio que exige todo mi tiempo. Me doy cuenta de que estoy descuidando mis deberes familiares y de la Iglesia, pero si puedo arreglármelas por un año más, tendré bastante dinero y todo se solucionará”.

Un estudiante de secundaria dijo: “Oímos tantas opiniones contradictorias que es difícil saber lo que es bueno y lo que es malo”.

¿Y cuántas veces hemos oído decir esto? “Nadie sabe mejor que yo lo importante que es el ejercicio, pero estoy tan ocupado que no tengo tiempo para hacerlo”.

Una madre que no tenía esposo dijo: “Para mí es casi imposible hacer todo lo que debo para administrar mi hogar y guiar a mi familia. En realidad, hay veces en que pienso que se espera demasiado de mí. Por mucho que me esfuerce, nunca podré complacer a todos”.

Otra mujer, madre de cuatro hijos, explicó: “Tengo una lucha entre la autoestima, la confianza y el sentido de mi propio valor frente a la culpabilidad, la depresión y el desánimo por no hacer todo lo que se me dice que debemos hacer para entrar en el reino celestial”.

Hermanos y hermanas, todos afrontamos esta clase de luchas de vez en cuando; son comunes en la experiencia humana. Muchas personas tienen sobre sí serias demandas que provienen de sus responsabilidades paternales, familiares, laborales, eclesiásticas y cívicas; mantener todo en equilibrio puede ser un problema serio.

El efectuar periódicamente un examen de los convenios que hemos hecho con el Señor nos ayudará a establecer orden en nuestras prioridades y equilibrio; nos hará ver de qué tenemos que arrepentirnos y en qué cambiar a fin de asegurarnos de ser dignos de las promesas que acompañan nuestros convenios y sagradas ordenanzas. Para ocuparnos de nuestra salvación tenemos que planificar bien y hacer un esfuerzo deliberado y valiente.

Deseo hacer unas sugerencias que espero sean de valor para aquellos que se preocupan por equilibrar las exigencias de la vida. Son muy básicas y, si no tenemos cuidado, sus conceptos pueden pasarse por alto fácilmente; necesitarán un compromiso firme y disciplina personal para incorporarlas a su vida.




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